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Hablar de alimentación hoy día es hablar de sostenibilidad. Pero no sólo entendido desde una perspectiva medioambiental. Si algo tenemos muy claro en pleno siglo XXI es que la sostenibilidad abarca muchos más aspectos que el cuidado del Medio Ambiente y que si queremos encontrar y mantener ese delicado equilibro que tanto se nos tambalea, debemos empezar por las pequeñas acciones que están a nuestro alcance.

Durante años hemos escuchado que para ser respetuosos con el entorno podíamos contribuir con pequeños gestos domésticos como cerrar el grifo cuando nos lavamos los dientes, nos enjabonamos en la ducha o fregamos; reutilizar bolsas para hacer la compra o hacer un uso más consciente de la electricidad.

Sin embargo, pocas veces nos han hablado de que uno de los mayores problemas para nuestro planeta es la producción de alimentos. Y es que, con 7,8 billones de personas, el sistema alimentario se enfrenta a uno de los mayores desafíos para hacer frente a la lucha contra el cambio climático.

Hablamos de las consecuencias que se derivan de un sistema alimentario globalizado e industrializado: aumento del uso de agua dulce para la ganadería intensiva; de la pérdida de espacios naturales para crear nuevos espacios de monocultivo como los de soja  o aceite de palma; el daño a los ecosistemas por la sobreexplotación de los recursos como sucede en la acuicultura intensiva; de la emisión de gases por parte de la producción ganadera intensiva o la contaminación a través de los fertilizantes. 

Todas las personas necesitamos alimentarnos para poder sobrevivir. Comer es un gesto que hacemos de manera rutinaria, y por esa misma razón es tan importante que tengamos presente el impacto que produce nuestra manera de alimentarnos en el planeta, así como la importancia del cambio positivo que podemos generar eligiendo tanto alimentos menos contaminantes como cuidando la cadena de producción. 

Por eso, el papel que juega la alimentación sostenible es fundamental y hoy nuestro objetivo es proponerte llevar a tu mesa el plato sostenible. Un plato que satisfaga nuestras necesidades alimentarias pero que, al mismo tiempo, no comprometa los recursos de generaciones futuras.

¿Cómo lo vamos a conseguir? 

Teniendo en cuenta que un plato saludable se compone de:

  •     50% vegetales (verduras y frutas)
  •     25% cereales integrales o tubérculos (arroz, pasta, pan, patata, boniato...)
  •     25% alimentos proteicos saludables (legumbres, pescado, aves, huevo...)

El plato sostenible consiste en una alimentación rica en nutrientes y variada, sana para nosotras y para el planeta. La receta de nuestro plato sostenible tiene como requisito indispensable elegir los alimentos menos contaminantes. Es decir, si sabemos que la carne y el pescado son alimentos que generan un fuerte impacto negativo en el planeta, la forma más sostenible de llevar el plato saludable a tu mesa sería disminuyendo el consumo de estos alimentos y sustituyéndolos por legumbres y sus derivados ya que cumplen la misma función proteica que la carne. No obstante, en caso de que consumas carne, te recomendamos hacerlo de ganadería regenerativa o extensiva ecológica, conocida como “carne de pasto”, con la que los animales se crían al aire libre con una alimentación acorde a sus necesidades y a su naturaleza, sin alimentos transgénicos ni hormonas.

Otros aspectos que tener en cuenta a la hora de cocinar el plato sostenible es poder comprar local y de temporada, lo que influye en la calidad del alimento, evita productos procesados y es fundamental para minimizar la huella de carbono en términos de huella de transporte, de reducir el consumo de monocultivos o evitar el empaquetado. 

Come saludable, come sostenible, come con cabeza.